martes, 19 de diciembre de 2017

El Calor del corazón

Está muy próxima la Navidad. Fiestas bonitas, entrañables, familiares… Por la calle hace frío, los días son más cortos. La ropa de abrigo ya  sale de los armarios  y las bufandas… A pesar de ello en el ambiente social, más felicitaciones, regalos, más compras, más  viajes, mejores comidas, más reuniones…Parece que todos estamos más felices.¡¡Es la Navidad!!  Y lleva su ambiente propio.  ¡Qué bonito!, Pero todo eso lo podemos encontrar en nuestro mundo, que tiene que ser así, porque para eso es Navidad.
También en estas fiestas de  Navidad hay otro mundo, muy cercano al nuestro, pero no es el nuestro. No, lo es.   También está lleno de personas como tú y como yo.  Nuestro mundo de luces, farolitos, arbolitos, mazapán, pandereta, jolgorio…  no existe para ellas. No le dice nada. Puede ser que en  su tiempo lo hayan vivido, pero ahora las cosas han cambiado. Viven más su abandono que la Navidad. ¡ Y es Navidad.!.
Estas personas están en nuestra sociedad en un lugar bastante oscuro, triste, silencioso, humillante… que no está muy lejos, lo podemos encontrar a la vuelta de la esquina. Amigos, amigas,  ese   lugar  se llama el campo de la pobreza.
Su Navidad no es nuestra Navidad. Aquí  hay  personas  con las luces de su alma apagadas, con un vacío interior profundo donde todo es oscuridad, todo es sufrimiento y silencio amargo. Su  Yo único e irrepetible no existe, está acabado, aplastado, por muchas situaciones y carencias. Como su Yo no existe, carecen de una vida. Aquí en esta Navidad no solamente hace frío fuera también hace frio dentro en el corazón  del pobre.
La más dura e  importante situación  y  la mayor  carencia, que siempre llevan consigo, es la de no sentirse amada la persona. ¡Ojo!,   que  también le puede ocurrir a cualquiera de nosotros, aunque tengamos un techo, una ducha, una cama, una manta o un plato de comida diaria, que ellas no tienen. Porque  no sentirse amados, o amadas es  la gran tema social en el mundo de hoy. Estas personas muy muy pobres lo  viven, hace ya muchos años ininterrumpidamente. ¿Quién quiere a un pobre?. ¿Quién se va a sentar diariamente con una  de estas personas, simplemente para dialogar con ellas?. Quien hace frente a todo lo que la ata y la maltrata. Pero  ahí están en el silencio de la Navidad. Pueden pasar desapercibidas para muchas personas, pero ahí está el inmenso campo de la pobreza.
Ahora en estas fechas  vamos a  ser  más solidarios,  más humanos, más cercanos a ellas.  Y  está muy bien, muy bien…. Pero luego… ¿Le hemos preguntado alguna vez a una de estas personas cuál es tu Navidad?. Le faltan fuerzas para comenzar a caminar hacía su Navidad. Su alma, su YO carecen de calor, no tienen a nadie para ayudarle.
Su Navidad, amigos, amigas, comienza cuando tú y yo nos comprometemos, desde nuestro corazón  a transmitirle sentimientos de amor, cariño, comprensión, ternura, escucha, escucha, y sobre todo PAZ. De esta forma la persona será capaz de romper poco a poco con  las raíces que la ataban al inmenso campo de la pobreza. Su alma comenzará  a tener su propia luz, su autoestima y comenzará a caminar. Su Navidad  ha comenzado. Su  Navidad será tener y vivir su dignidad. Entonces podremos cantar:  “ Gloria a Dios en las alturas  y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Lc .2, 14).  Amigos, amigas  en  ACOMAR todo el año es Navidad. Salvador. 15 Diciembre 2017.

sábado, 4 de noviembre de 2017

La esperanza de la persona muy muy pobre.

No me dedico a mirar estadísticas ni números de personas que pueden estar en situaciones difíciles de pobreza, ni las que nos pueden llegar. Las relaciones de números me parecen frías,   se respetan. Me agrada más  vivir  la realidad, del día a día.  El momento cercano y  actual con    el trabajo, el servicio, la atención, el cuidado que en nuestra Casa de Acogida y Seguimiento, que todos los voluntarios, vocacionados, vamos realizando,  día a día, todos  los días del año, con   nuestra debilidades  y nuestros  fallos,  en  favor de las personas últimas de nuestra sociedad. Abriendo nuevos caminos hacía nuevos horizontes, con la ayuda del Señor.
Hay tres verbos, que al realizar nuestro servicio se pueden conjugar: Acoger, Atender y Tratar. Son imprescindibles si se va a llegar al fin de nuestra actuación;  que es  aceptar a la persona de forma integral. Estos infinitivos  hay que conjugarlos  llevando a la práctica un plan de trabajo, elaborado juntamente con la persona, si ella voluntariamente quiere nuestra ayuda, para salir de su situación de pobreza
1º. Acoger:   Ahí  se  le va  abrir  la primera puerta a la persona necesitada. Se realiza la Acogida. Aquí prevalece la escucha, la escucha, la escucha a la persona, ayudándole a desbrozar su situación, con nuestro corazón dispuesto a ayudar,  servir   y  amar a la persona.
2º. Atender: Si se han escuchado los momentos de sufrimiento y carencias que  padece la persona  no superficialmente  sino tratándolos con nuestro corazón y poniéndonos en su lugar  llegaremos a tener  el convencimiento de cuáles son las necesidades que tiene la persona analizando  su tema con todo nuestro corazón y  buscando soluciones para  romper  con tantas carencias, que la humillan.
3º. Tratar: Equivale  a comenzar con ella un camino de diálogo, comprensión, ternura, afecto… intentando transmitirle los sentimientos cristianos de nuestro corazón a su corazón, creyendo a la persona. Seguro que se abrirá y llegará  la comunicación. Ambas personas se conocerán  y llegará la amistad.
Naturalmente, todos estos pasos, hay  que darlos permanentemente con la persona, sin prisas.
De lo que se trata, es  de ayudar a la persona para que ella,  poco a poco, vaya creando  su   propia autoestima, su fuerza y su vida y comience a tener su paz y confianza en sí misma.
Tengamos presente que estas personas están caminado por sendas muy oscuras y muy difíciles Se han caído y se han levantado. Hay en ellas una virtud muy importante que después de todo lo  pasado  aún la conservan, que es la Esperanza.     Creen  todavía    que la luz de  un pequeño” farol”   se puede encender, algún día, en el túnel duro y oscuro de su vida.  ¿ Por qué no puedes ser tú ese  “farol”?.  Deja por un rato tus ocupaciones y preocupaciones. Remonta, el vuelo de tu corazón acercándote a estas personas y dando vida  comenzarás a vivir otro estilo vida, que te fortalecerá. Acompaña a quien te puede necesitar, no está muy lejos. La esperanza del  pobre  te espera, llenará tu alma.  Nunca te irás de vacío.

viernes, 22 de septiembre de 2017

DAR Y RECIBIR

                     Cuando se camina por la vida y el corazón nos lleva, por las circunstancias que sean, a estar cerca de las personas que padecen necesidades, no nos podemos ni imaginar el bien que nos puede hacer el tratarlas y relacionarnos con ellas, siempre que vayamos directamente en su ayuda, por pequeña que sea. “Hay más dicha en dar que en recibir” (Hechos. 20, 35).
Son personas como nosotros. Muchas han pasado y siguen pasando auténticos “calvarios” en sus vidas. Incomprensiones, dependencias, enfermedades, abandonos, rupturas…fracasos en el ámbito familiar, laboral, social... Su compañera inseparable es su soledad y unida a ella están la desesperanza y el desorden.  Ante tanta polvareda, lo más fácil del mundo es “ dejarlas donde están como cosa rechazada” y olvidarlas pasando página. Eso no es justo. Hay que recuperarlas y ayudarlas, porque a mí también me agradaría que me ayudaran cuando pasara un mal momento. Pero todo no está perdido.
 En ACOMAR,  al voluntariado, se le ofrece la gran oportunidad de ayudar a seres humanos, a irse realizando como personas que son, en su dignidad, y vayan poco a poco dejando de sufrir tanta y tanta marginación.  Llegamos con nuestros sentimientos, a lo más profundo del corazón de la persona muy pobre, con hechos y palabras.  Nunca tendremos a la persona realizada si no lo hacemos de forma integral.  Si queremos que la persona pueda valerse por sí  misma y sea la protagonista de  su propia liberación  ha de tener  su propia fuerza interior que le empuje a salir. Si al darnos, también le transmitimos desde nuestro corazón, paz, orden, alegría, seguridad, creatividad, diálogo… vamos llenándole el vacío interior profundo donde está su YO y se va generando  vida, fuerza, esperanza… y la propia  autoestima que no aparecía, comienza lentamente a brotar.
 Es precioso ver “nacer” a la persona a sus años y mucho más, el luchar por su dignidad. Nosotros analizamos  el “dar y el recibir” en  el sentido de dar es amar  y el  recibir sentirse amado, de corazón a corazón.
                    Os pongo un ejemplo: Una persona que tenemos Acogida, hace años. Se llama Manolo. (Por respetar su verdadero nombre se silencia). Llegó a nuestra Casa completamente “roto” interior y exteriormente.
 Había corrido  mucho en  su vida anterior, la había vivido con mucha prisa;  amistades, alcohol, dependencias… había  trabajado y ganado su dinero,  pero como lo había ganado lo había perdido…  De tanto correr, llegó el día  en que se cansó. Meditó su situación. Se terminaron los amigos, el trabajo, las fuerzas… ¿Dónde voy?. ¿A quién le cuento mi historia?. Buscaba quien le pudiera  dar una seguridad interior y exterior para poder comenzar, al menos “respirar” cada día.
 Para  remediar su situación había estado en varios Centros. No hubo entendimiento. Siguió buscando y a la vez empeoraba su situación. Recuerdo cuando llegó a Casa. En el aspecto externo: Desnutrido, mal vestido, sin higiene, descansando en un cartón, en el suelo… en el aspecto interno después de la entrevista que tuvimos con esa persona: desorientado,  desanimado, fracasado, olvidado, humillado…y alcohólico.
 Su YO,  estaba acabado. La autoestima no existía. Le ofrecimos nuestro Proyecto de Intervención y lo aceptó. Estaba  Acogido.  Tenía  cubiertos todos los servicios de atención primaria; (alojamiento, comida higiene, ropa… y lo más importante, el seguimiento de su caso).
 Comenzó el proceso. Realizamos un plan personal, de mutuo acuerdo para llevarlo adelante. Tenía, a su tiempo, las entrevistas con UCA, servicios técnicos, tema alcoholismo. La medicación recetada se la administrábamos y diariamente nuestras entrevistas de seguimiento y acompañamiento.
Al principio, le costó  aceptar su situación, le faltaba voluntad, para llevar adelante los compromisos pactados.  Le llegaron los recelos y temores ante la nueva situación. En la mayoría de los casos, en este  punto,  comienza,  en la persona, una lucha interna en el querer salir de su situación y el no verse capacitado para lograrla. Él mismo puede comenzar a no valorar lo que está haciendo. Pueden llegar las contramarchas, desánimos, rechazos… Es el momento de reforzar mucho más su autoestima. Había que  evitar esa situación de dolor y sufrimiento. Poco a poco seguimos transmitiéndole a su YO, los sentimiento de paz, alegría, esperanza, vida, confianza… en una palabra dándole seguridad tanto interna como externa,  con hechos y palabras, siempre próximos a  la persona. Aquí ocurre un paso muy importante  en el proceso, que si se siente amado, respetado, querido, organizado… por las personas que le rodean, él mismo comienza a respetarse, amarse, organizarse cada día más y le van llegando las fuerzas internas y su YO comenzó a tener  su posición y comienzan a funcionar sus decisiones propias. Aquí todo lleva un orden, unos pasos.  Sin prisas. Estos momentos son fundamentales en el proceso porque de aquí va  a salir reforzado, venciendo las primeras dificultades. Encontró su trabajo, feliz, contento, se sentía útil, se administraba muy bien y además seguía con nosotros ya  como colaborador  en ayuda de los demás compañeros.
Pero un buen día hace como tres meses me dice  que siente molestias en la garganta…. De inmediato acude a los servicios médicos y me trae un informe que había que operar. Amigos; apareció la terrible enfermedad. Todos en Comunidad y más personas le pedíamos a Dios  por  su situación y que continuara con fuerza para hacer frente a lo que se le presentaba y ayudara  al equipo médico. Y que,  por favor, no le desapareciera la voz.  Se realizó la operación. Al siguiente día fuimos a visitarlo a la UCI una religiosa y yo. Tenía todo el cuello vendado y ¡milagro! ¡Milagro! Cuando llegamos nos miró nos dio las manos, nos sonrió y podía hablar. En aquel momento le dimos gracias a Dios. ¡Señor gracias!.  Su YO estaba rebosando de fuerza y de vida. Ya termino: le han dado las sesiones correspondientes de  radio,  no  lo ha paso bien, pero su fuerza no decae. Le han dado su rehabilitación, continua  su recuperación. El voluntariado y todos estamos con él y su familia que está fuera. Los jóvenes le han regalado unos trabajos manuales.  Gracias a  Dios lo va superando todo. Y ahora viene lo bueno. Tiene una fuerza interior, tiene unas ganas de vivir, tiene una cantidad de proyectos  que  le nacen de su YO único e  irrepetible  que nos da fuerza a todos y a sus mismos compañeros. Nos dice.¡ Que salimos adelante!. Es verdad. Aquí no ha pasado nada. Continúa con su  tratamiento médico, y también con sus revisiones médicas, que lo están haciendo todo muy bien. ¡Gracias Señor hemos recuperado a una persona!.  Con su fuerza interior  que antes no existía va venciendo  su enfermedad. Alicante, 14 Septiembre 2017. Salvador.

viernes, 7 de julio de 2017

ESCUCHEMOS A LA PERSONA POBRE Y NECESITADA… Y LUEGO ACTUEMOS.

Desde  que comenzamos, siempre hemos procurado que la atención, el servicio, la ayuda… a la persona muy muy pobre, que diariamente llegan a nuestra Casa de Acogida y Seguimiento, sea lo mejor posible. Al cabo de 27 años, no sé el número de personas que habremos atendido, servido y ayudado.
Muchas han estado Acogidas y, gracias a Dios, salieron del inmenso campo de la pobreza y gozan de su dignidad. Rompieron las raíces que  tanto tiempo las  tenían atadas.
Actualmente, otras,  siguen los mismos procesos que las anteriores poniendo todo su empeño, esfuerzo y todo su corazón para conseguir su dignidad.
Todo ello, tiene  un valor incalculable, porque esta persona, va realizando un camino por donde va a caminar, no exento de dificultades, para entrar  en su felicidad.
Es aquí, en este camino, en este proceso, donde se ve la necesidad que tienen estas personas, cuando deciden  salir de sus situaciones de pobreza, de que alguien las acompañe y ayude a dar sus pasos. Solas imposible.
Pero debemos tener en cuenta, que contando con nuestra  compañía, han de ser ellas mismas, las protagonistas de su propia liberación.
No todas han seguido los mismos caminos. Hay personas que no pudieron o no quisieron. Abandonaron el proceso que habían comenzado. Respetamos su libertad, pero todas y todas tuvieron las mismas oportunidades. Y aún abandonando el camino emprendido, las seguimos ayudando y no las perdemos de vista por si algún día quieren volver. Todos nos podemos equivocar y todos tenemos derecho a rectificar, pues  aquí  las esperamos para volver a empezar, como muchas veces ha ocurrido. “Tratar a las demás personas  de la manera  en que vosotros queréis ser de ellas tratados” (Lc. 6,31).
Todo lo  hemos hecho y seguimos haciéndolo, con la ayuda del Señor, con los mismos y a veces escasos recursos que disponemos, pero nunca se han marchado sin haber compartido con nosotros sus necesidades, sus sufrimientos, sus dolencias, sus fracasos… poniendo siempre remedio a sus carencias, en lo que buenamente hemos podido, con  todo respeto y cariño hacía estas personas.
La pobreza sigue su curso y   se refleja su actividad  no solamente en  la escasez  de recursos materiales, sino lo más importante, en el abandono que sufren muchas personas en su  soledad.
Estamos convencidos en ACOMAR, de que el daño más importante que puede hacer la pobreza a  la persona  es romper y destruir el mundo interior de la misma. Por ahí comienza. Cuando nos  sentamos  a dialogar con  alguna de ellas muy muy necesitadas, que por las circunstancias que sean llegan buscando ayuda a nuestra Casa, lo primero que nos piden es alimentación, alojamiento, ropa…pero si continuamos con el diálogo, el tiempo que necesite, sin prisas, porque nos lo piden, llegará el momento en que el YO profundo de la persona, dolido, humillado… comenzará a hablar y nos irá diciendo cual es la raíz o  raíces que atan a la persona al  inmenso campo de la pobreza y el por qué. Cubrir sus necesidades  está muy bien, pero no nos quedemos ahí porque  nos quedaríamos a mitad de camino y el camino es largo.
Las  raíces de  la  pobreza son muchas y diferentes. Hay en algunas personas situaciones de tanto sufrimiento que nos puede decir: “ No me atiendas solamente mis “heridas” externas, no te quedes en mi necesidad. No te vayas, mira también mis “heridas”, las  internas. Haz todo lo posible por ayudarme a “curarlas”. Acompáñame desde vuestro voluntariado.
Por  favor, por favor, escúchame, escúchame, escúchame y podrás tocar profundizar las diferentes raíces en las que permanezco atada. Mira: Estoy atrapado/a por el alcohol, la droga, la prostitución, el abandono personal… han roto  mi comunicación y relación con los demás.  Perdí mi brújula, no tengo rumbo en  mi vida… igual me da comer, que no comer, que estar  todo el día caminando sin saber a dónde ir. Ducharme  y estar con la misma ropa todo el tiempo que sea y pueda continuar. Lo  de pasar  la noche, puede ser en la calle, en un banco de una plaza pública, en la playa, en una casa abandonada… qué más da, el colchón es el mismo, un trozo de cartón.
 Otras pueden decirnos, dentro de sus diferentes situaciones: Tengo mi familia pero se terminó la relación hace ya mucho tiempo, hubo un mal entendido y ni nos vemos ni nos hablamos, seguramente no saben si existo. He trabajado unos días, he cobrado un poco de dinero, no me he sabido administrar, se me ha terminado, lo he malgastado. Soy un “sin papeles” que dejé mi familia allá en mi país, se me ha  terminado el plazo de mi documentación y estoy en “vía muerta”. Soy una chica jóven, he caminado en el campo de las dependencias, en el consumo y en otros lugares… estoy embarazada… quiero que nazca mi hijo, no tengo quien me ayude. Soy un enfermo mental y además soy consumidor de droga y me encuentro abandonado…
Amigos, amigas, no era solamente la comida, el techo, la ropa… lo que necesitaba la persona. Su situación no se arreglaba cubriendo su necesidad. No. No. Hay  dentro de la persona muchas más situaciones que hay que solucionar para poder realizarla. Ahí hay que llegar, para  ver su realidad y poder comenzar el camino que nos puede pedir. Ya no  se  va a tratar de dar a la persona algo material, se va a tratar de darse a la persona.
¡Cuántos sufrimientos, cuántos lamentos, cuántos silencios llenos de dolor…!. ¿Verdad que es necesario no quedarnos en cubrir su necesidad?. ¿Verdad que el ayudar a una persona a salir del campo  de la pobreza e ir poco a poco eliminando sus  raíces no se consigue ni con un bocadillo, ni con un alojamiento, ni pagándole la luz o el  consumo de butano?.
Si vamos a profundizar en el compromiso de ayudar, solos es imposible hacerlo. Partimos de que  somos “seres limitados” y nos podemos cansar. Pero nunca hay que tener miedo: “Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo, os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón  de carne… y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (Ez 36 26, 28).
Pero hay más. Estas raíces  son la parte superficial, luego durante el acompañamiento a la persona, si se dialoga mucho con ella y se le va transmitiendo seguridad, paz, amistad…la misma persona nos llevará a otra situación muy dura que habrá que “curar”. Son  sus lamentos. Los lamentos de su YO. Hay que poner mucho corazón para escucharlos de cerca, porque hay que escucharlos  con el corazón, porque los problemas que salen del corazón de la persona pobre y necesitada y pueden ser: “Estoy fracasado o fracasada, hundido o hundida, marginado o maginada, excluido o excluida, ignorado o ignorada olvidado o olvidada, agotado o agotada…Estas son las “heridas internas” que hay que “curar y “sanar”. Estas  “heridas” son las que tienen el  YO,  de la persona, “roto”, “destrozado”, en un vacío interior profundo.  Amigos y amigas,   aquí  no hay vida.
Esto no se debe olvidar, que la realización de la persona ha de ser desde dentro hacía fuera. Ahora hay que dejar todo lo externo. Ya  tiene todos los servicios de atención primaria cubiertos, que vaya día a día sirviéndose de ellos: alimentación, higiene, alojamiento, búsqueda de empleo, tratamiento médico (si lo necesita)….Procurando llevar un orden, que habrá que revisar. Estas personas no se sienten realizadas porque tengan toda la necesidad externa cubierta No. No. Hay un tema muy importante en su vida que es su YO y el vacío interior en el que se mueve. El pobre es persona y por lo mucho que ha sufrido, no camina.
Si poco a poco, dialogando,  escuchando, hablando se comienzan a compartir sentimientos de afecto, comprensión, aceptación, atención,  ternura… nacidos del Evangelio, de un corazón que AMA y se acerca a la persona, que se entrega a la  persona, que se da a la persona y que camina  con ella en el proceso que le corresponda, que mutuamente se ha preparado, se puede ir llegando muy lentamente al YO profundo de la persona y se puede ir creando un ambiente de  satisfacción interior.
Cuando estas personas ven y palpan que no se les rechaza, que no  se tienen en cuenta  sus situaciones pasadas, ni su estado actual de marginación, drogodependencia, delincuencia… y van comprobando que son aceptadas con generosidad, con alegría, con paz, que si cometen errores, se puede  empezar de nuevo… todo ello nos lleva a un entendimiento mutuo y a una transmisión de sentimientos mutuos y ambos,   acompañante y acompañado aprenderán el uno del otro y nos daremos cuenta que esta persona, marginada y excluida… que tenía sus raíces en el inmenso campo de la pobreza, se va descubriendo que  se van eliminando y comienzan a salir en su corazón brotes nuevos de  esperanza que van a llenar el vacío interior y su YO.  Se  irán “curando” y sanando esas “heridas” y comenzará a sonreir. Cambiará su YO en lo sentimientos que se le hayan transmitidos  y recibidos de corazón a corazón y poco a poco su YO comenzará a tener vida, porque en su YO está la fuerza, la alegría, la vida… lo que antes estaba lejos hoy lo tiene cerca, se terminó el vacío interior… busca a su familia, busca su salud, busca a quienes le hayan ayudado, el voluntario/a que le dado de comer, que le ha servido, que le ha hablado,  que le ha limpiado las lágrimas,  que le ha sonreído,  que le cogió las manos cuando  más dura era su situación, que lo escuchó, lo escuchó, lo escuchó una y mil veces cuando le costaba hacer el camino el proceso, cuando quería marcharse porque aquello era muy duro y le hablaba y le hablaba… con su corazón a su corazón, cuando lo miró a los ojos mientras le servía    la merienda o le daba las medicinas, cuando le han dado ropa  limpia  Ahora busca ser útil, busca su libertad, busca su sonrisa, busca su paz, su dignidad… En su YO encontró  la libertad. Son momentos  inolvidables en la vida de cada persona.    
“Tuve hambre y me diste de comer. Estaba en la calle y me diste techo. Estaba en la droga y me acogiste. Estaba “hundido”, “marginado”. “excluido” y me diste tu mano para salir. Lloraba por mi situación de soledad y dolor y me limpiaste mis lágrimas. Mi YO estaba “enfermo” por mis muchas “heridas” y me las curaste. Me sentaba a la mesa a comer y me servías la comida…Hoy tengo vida.”
En nuestra Casa, en nuestro voluntariado el trabajo se convierte en servicio. Somos Comunidad de laicos al servicio y atención de estas personas muy  muy pobres. Somos un   pequeño grano de arena, que junto a estas personas estamos intentando llevar adelante  un poquito de solidaridad, comprensión, escucha y AMOR. Estamos convencidos que unidos podemos ir consiguiendo día a día que la persona muy muy pobre pueda ir saliendo del campo de la pobreza donde  se encuentra. Todos somos ACOMAR. “ Buscad primero, el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura.”(Mt 6,33).
Alicante, 18 Junio 2017. Salvador.


sábado, 1 de abril de 2017

CIRINEOS EN ACOMAR

De las muchas personas muy muy necesitadas  que llegan a nuestra Casa de Acogida y Seguimiento, buscando soluciones a sus muchas carencias…cuando nos sentamos con ellas y las vamos escuchando, escuchando, escuchando…nos vamos dando cuenta de sus sufrimientos, carencias, dolores, fracasos…También tratamos a otras personas que nada más  con verlas  entrar, sin hablar, con su imagen destrozada por miles de circunstancias,  sin hablar,  ya están hablando…en su rostro llevan una expresión fuerte de tristeza, motivada posiblemente por situaciones de cansancio y agotamiento interno o de carencias externas… El campo de la pobreza es enorme  y con muchísimas raíces, donde están “atadas” infinidad de personas.  Esperando ayuda para poder salir.
 Hay  también carencias que no se ven, que son las carencias internas, y son las más graves y difíciles  de  “curar”. A esas “heridas” nos piden que le demos más importancia y llevan toda  la razón, porque si no  se van tratando y poco  a poco y “curando”, no damos vida  a su YO que continuará estando en “vía muerta”  sin poder recorrer ni un milímetro, no digamos para avanzar,  hacía su libertad,  ni  siquiera  para dar un paso en poner un orden  en su vida, porque  carece de fuerza y de vida interior. El vacío  interior es profundo. Me decía,  hace un tiempo, una persona que estuvo con nosotros  “enraizada” en el   campo de la pobreza y que, gracias a Dios, terminó por salir. Que allí había vivido su  “Calle de la  Amargura”, sufriendo  su “Vía Crucis”, dolorosísimo   y personal cargado con sus “cruces” de la soledad, del abandono, de la miseria, del hambre,… que había recibido los “golpes” del fracaso, de la humillación, del olvido…    y que no llegó al “Calvario”, donde otras personas  están  ya “ clavadas” en diferentes “cruces”, de sus dependencias, enfermedades…desesperanzas…, porque  encontró alguien que le ayudaba.
Amigos/as, esa es la realidad, la experiencia  de 27 años junto a tantas personas que están en estas situaciones. Pero  a la voz de la experiencia también se une   el trabajo, el servicio, la dedicación, la solidaridad  de muchos /as voluntarios/as  que   nos  dicen, que esas personas no pueden quedarse ahí   y que hay posibilidad de ayudarlas, para  que tengan su vida digna. Y gracias a Dios, se puede conseguir. En ACOMAR, intentamos vivir siempre la Cuaresma. La Cuaresma como dice nuestro Papa  Francisco, es un camino de esperanza.  Para nosotros  es todo el año porque todo el año estamos acompañando a estas personas mediante unos procesos hacía su liberación. En los procesos le vamos “curando” sus “heridas” tanto externas como internas, teniendo cubiertas todas sus necesidades de atención primaria: (alojamiento, alimentación, higiene, servicios médicos,…) llegando a su YO, donde tienen su vida.  Y su vida llena de fuerza y alegría  la van consiguiendo estas personas con   su esfuerzo, con su empeño, con su lucha diaria acompañadas siempre por el voluntariado de ACOMAR. Es un camino, como dice el Papa,” en el cual la esperanza misma se forma”.
¿Es posible que a nuestro alrededor existan personas sufriendo tan duros “Vía Crucis”? Pues sí las hay. El que estas personas vayan saliendo de su     situaciones, no se realiza de la noche a la mañana. Con estas personas hay que dialogar y actuar, pero de forma permanente, no ocasional ni accidentalmente. Ya muchas veces lo he comentado. En estos diálogos se pueden descubrir dos cosas importantes. Una, que se va tomando  conciencia del dolor, del sufrimiento, de la desesperanza… que tiene sobre su corazón esa persona por la cruz o cruces que lleva sobre sus hombros. Otra: que si queremos ayudar, nuestro corazón ha de irse abriendo  para ponerlo al servicio de esa persona,  pero con la fe en ella; ofreciéndole la posibilidad para que de forma voluntaria pueda realizar un camino de manera permanente, acompañada por la Comunidad, hacía la esperanza de su liberación  y  para ello, necesita de una compañía estable y segura,  siendo ella misma la protagonista de su propia recuperación.  En este  proceso hay que contar con sus debilidades, marchas contramarchas, abandonos, recuperaciones…volver a empezar…los caminos hacía la esperanza de su liberación son duros, pero a la vez nos invitan a seguir  adelante creyéndonos a la persona, dándole siempre su lugar, potenciando cada día sus posibilidades de ir saliendo de sus situaciones y valorando sus  esfuerzos.
En algunas personas se puede descubrir, que son tan fuertes las situaciones   de abandono personal  y que sus cruces le pesan tanto y tanto y además es tanto el tiempo que soportan la  carga, que algunas las llevan arrastrando. Me podéis decir que habrá personas que puedan rechazar la ayuda que se le ofrece  y otras que comienzan los procesos  y luego los abandonan…pues en todo momento hay que respetarlas, son personas, como nosotros, que pueden tener sus fallos, sus errores, sus equivocaciones… hay que respetarlas y darle su libertad, pero no nos podemos quedar en eso; hay que invitarlas, esperarlas, perdonarlas, si algo hubiese que perdonar y nuevamente volver a empezar  para  que  cuando necesiten  la ayuda que ahora rechazan la puedan encontrar con toda libertad. Nos llegan personas de todo el mundo. Hay que atenderlas y escucharlas a todas. Nos las manda  el Señor.
Por último, nos queda el paso más importante. Si vamos a comenzar este camino de rehacer a la persona, caminando con  de ella, siendo “Cirineo con la persona”, ayudándole en todo momento, tenemos que abajarnos a su mundo, al campo de la pobreza donde ella está. Pero allí no se puede llegar con prisas, ni con esquemas técnicos, ni con proyectos previstos, organizados, estudiados… Aquí ocurre lo contrario que  en nuestro mundo de activismo en el que a tanto trabajo tanto rendimiento, a tanto caminar tanto avanzar, a tanto exponer tanta compensación… La persona que va a acompañar a la persona necesitada, ha de llegar con la lección bien aprendida. Para comenzar, factores importantes:  la escucha, la humildad, la paciencia, la oración… Se ha de caminar al paso que la persona  lo necesite y el tiempo  que necesite cada paso, estando organizados de mutuo acuerdo. A este campo donde se llega y en donde se puede permanecer, hay  que  llegar  con las manos y con el corazón  abiertos.  Ya  la persona acompañada nos irá diciendo, con sus actitudes, lo que más necesita de nosotros tanto en temas externos como internos  y  comenzará a enseñarnos  lo que es el saber esperar,  saber escuchar,  saber sufrir,  saber callar,  saber valorar,  saber compartir…  saber AMAR a la persona muy  muy pobre. Poco a poco nos iremos dando cuenta, de que la persona no es tan pobre, pues iremos descubriendo, como persona que es, los valores humanos y espirituales que tiene y la gran riqueza que tiene en su YO, único e irrepetible, que ha estado un tiempo “dormido”  y ahora comienza a despertar dando vida, comenzando por el acompañante.  Muchas veces durante el proceso hay silencios preciosos que hablan y en esos silencios van ”madurando”  las dos personas el acompañante y el acompañado  y se van reforzando los sentimientos nacidos del YO de cada persona  hacía  una vida nueva. Ya la persona que antes vivía su “Calle de la Amargura” y en ella su “Vía Crucis” siente que está próxima   su resurrección y comienza a preparar sus proyectos para  vivir  con dignidad .”Porque salvarás al indigente  que implora  y al pobre que no tiene quien le ayude”-(Sal. 72.12). Alicante, 30 Marzo 2017. Salvador.

miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Qué he aprendido en Acomar?

Es difícil resumir y expresar en palabras lo que he podido aprender durante estos últimos meses en Acomar. Es complejo y laborioso el proceso que lleva a cabo una persona para salir de la pobreza. No solo necesitan una ayuda económica o alimentaria para salir del paso, sino que tren con ellos una maleta llena de preocupaciones.
La mayoría son personas muy pobres y tan solo reclaman un poco de comida hasta que pasan a formar parte de la familia de acogidos de Acomar. Estas personas que entran por primera vez para cenar o almorzar, se les ofrece un techo donde dormir, una ducha para cuidar su higiene o un corte de pelo, entre otras muchas atenciones primarias. Todo ello junto con un trato amable, sin profundizar en los motivos que les han llevado allí, para que perciban esta asociación como un lugar donde sentirse cómodos.
Una vez suplantadas las necesidades más urgentes y básicas, se comienza un proceso hacia una vida mejor. Este proceso implica dejar hábitos poco saludables como mendigar, ciertas adicciones o el consumo de colillas. Desde el primer momento, se dejan claros cuáles con los pasos a seguir y cuál debe ser el comportamiento del acogido en la asociación para que no se produzcan conflictos. Se irán tratando los problemas que les rodean poco a poco, a su debido tiempo y sin querer abarcar todas las dificultades a la vez. Se pasa a un cambio de rutina en la que es necesaria la ayuda de diferentes profesionales y entidades públicas. Todo ello bajo un seguimiento que se realiza desde Acomar día tras día, de lunes a domingo y los 365 días del año, con el fin de poder acompañar al acogido durante todo este proceso. La pobreza nunca descansa: las personas necesitan comida caliente, tomar su medicación, vestir con ropa abrigada en días fríos, celebrar la Navidad, sentirse apoyadas y escuchadas, charlar de las noticias diarias... necesidades que deben ser atendidas de forma inmediata y que no pueden esperar.
No todos los acogidos tienen el mismo recorrido ni los mismos objetivos que alcanzar. Se puede ver reflejado en la trayectoria de las personas que llevan años bajo el amparo de Acomar. Muchos ocupan su tiempo con sus hobbies preferidos, estudiando idiomas o trabajando, junto con alguna pequeña ayuda económica que ofrece el Estado o Acomar. Necesitan un apoyo continuo para poder sobrellevar su enfermedad mental o para solucionar problemas familiares. Siempre intentando mantenerse en el camino correcto, sin desviaciones, aunque en ocasiones aparecen obstáculos a los que deben enfrentarse.
Algunos no llegan a entender la oportunidad que ofrece Acomar y deciden voluntariamente, continuar su camino fuera.
Durante estos últimos meses, me he podido acercar a la realidad de los acogidos. He podido apreciar cuáles con sus mayores preocupaciones, los problemas que surgen a diario o cómo se les anima para que sigan hacia delante. Siempre se les habla con sinceridad, buscando su propio bien y enseñándoles cuál es el camino hacia una vida donde no exista la pobreza.

Nuria Martínez

miércoles, 18 de enero de 2017

LA OLA DE FRIO Y EL SIN TECHO

Ya pasó la Navidad. El Sin Techo también está pasando su Navidad. Nuestra Navidad no interesa mucho a estas personas. Su Navidad, como la de Acomar, es todo el año.

Para estas personas, su Navidad es mucho más cercana, más próxima y más deseada. La están esperando, y cuando les llega, les produce una alegría y un gozo muy lindo. La suya, no tiene nada que ver con el turrón, ni el mazapán, ni la pandereta; eso no les sirve para nada. Están en este mundo, pero no entran en nuestro mundo. Su mundo está en el inmenso campo de la pobreza, que nada tiene que ver con nuestro jolgorio, lucecitas y grandes cenas En este inmenso campo de la pobreza, donde están enraizadas, también hay su Navidad. Es la espera constante, diaria, permanente, de que les llegue la Buena Noticia. ¿Cuál es para estas personas su Buena Noticia? Pues muy sencillo, su liberación, y empezar a cortarle las raíces de los temas personales, sociales, de salud, que la tienen atada en este inmenso campo. Continúan en ACOMAR muchas personas, atendidas y acogidas, unas, viviendo ya su alegre Navidad, otras, esperándola.

Pasó la Navidad, ya no se habla de Navidad, ahora se habla de rebajas pero mira por dónde, llega ahora otra situación, ligada al inmenso campo de la pobreza la ola de frío. Comienza un calvario. La ola de frío del Sin Techo”. Muchas personas e Instituciones, como en Acomar, comenzamos a buscar alojamiento para estas personas un techo, una cama, un lugar digno, una alimentación, un acompañamiento, para pasar estos días de frío intenso que nos llegan y otros que vendrán. ¿Y luego? Pues seguramente que otra vez a la calle. Y mañana, ¿qué? Nuevamente a buscarte la  vida, ¿dónde? nuevamente, a la calle. Otra vez al sufrimiento, al dolor, al abandono Amigos, amigas, el Sin Techo” no solamente padece el frío corporal, que está muy bien acogerlo y darle un lugar digno como anteriormente expongo, pero el sin techo tiene un frío mucho más intenso que le cala hasta el corazón, y este frío no se quita ni con camas, ni con mantas, ni con sábanas limpias para dormir. Es el frío intenso de su corazón. El sentirse sólo, abandonado, marginado, olvidado Le falta no el calor de la manta, si no el calor de tu corazón y de mi corazón. El calor del cariño, del afecto, de la ternura humana. Mientras esté en esa situación de abandono interno, no solamente estará en la ola de frío externa, si no también en la ola de frío interna y permanente, que es mucho más dolorosa para la persona. El frío de la soledad, el frío de la desesperanza, el frío de no tener nada ni a nadie.

Alicante, 18 de Enero de 2017. Salvador