jueves, 17 de septiembre de 2015

Carta del presidente de ACOMAR: "Esto no es para mí, porque yo no soy pobre"

El cofundador de ACOMAR, Salvador Silva, escribe esta emotiva carta, para despertar la conciencia de la solidaridad y la ayuda fraterna entre todos nosotros: 

Para muchas personas, los caminos de la vida son largos y difíciles de realizar, y más si están repletos de carencias, sufrimientos, situaciones inesperadas…Les voy a contar la historia de alguien que había recorrido un camino muy duro para, al fin, disfrutar de una vida estable y acomodada. Algunas tardes paseaba por nuestro barrio y veía como muchas personas se acercaban a nuestra casa. En un primer momento creyó que se trataba de un club social, pero tras acercarse a saciar su curiosidad, descubrió que éramos una organización que ayudaba a los pobres. 
Conoció nuestra labor y a los voluntarios que trabajan con nosotros. Recuerdo que le pareció muy bien lo que hacíamos, pero dijo: "Esto no es para mí, porque yo no soy pobre". 
Sin más preámbulos abandonó nuestra casa, continuó su paseo y se olvidó por completo de ACOMAR. 

Un buen día llegó al trabajo y se encontró con las puertas cerradas: le habían despedido. A partir de entonces y a pesar de que empapeló la ciudad entera con su currículum y sus ganas de trabajar, no encontró nada; y el desempleo se convirtió en el dueño absoluto de su vida. Sus amistades, sus ratos de ocio, todo fue desapareciendo poco a poco. Se le acabaron sus ahorros y dejó de pagar una casa que no podía mantener. Finalmente, se encontró con la peor de las desgracias: vivir en la calle. 
Sin embargo, recordó aquella tarde en la que conoció la obra de ACOMAR y se encaminó hacia ella. 
Al principio le costó entrar...pues a pesar de que había recorrido caminos tortuosos a lo largo de su vida, nunca se había enfrentado al peor de todos: la pobreza. 

Tras un tiempo en el que solo acudía a nosotros a por su diaria bolsa de comida, se decidió a formar parte de nuestros "acogidos". Todavía recuerdo como si fuera ayer las primeras entrevistas que mantuvimos con él: vivía anclado en el pasado y se negaba a afrontar su nueva realidad. Se negaba a darse cuenta de que se había convertido en una persona pobre. 
Sin capacidad de abrirse a los demás y de luchar por una vida nueva, le ofrecimos nuestros servicios básicos de Atención Primaria: alojamiento, alimentación e higiene. Aunque éramos conscientes de que no podíamos quedarnos en la superficie, sino que debíamos profundizar en su corazón para curar sus heridas.  

Costó tiempo, pero al final conseguimos ayudarle a que se aceptase a sí mismo; y luchase con fuerza y coraje para salir de su situación de pobreza. Aunque estuvimos a su lado en todo momento, él fue el verdadero responsable de su curación. Él solo se liberó de las ataduras que le mantenían anclado en el pasado; y recuperó la fe y las ganas de vivir. 

Estamos orgullosos de contaros que terminó su proceso y hoy en día está totalmente integrado en la sociedad. Sigue colaborando con ACOMAR y sabe que para nosotros es parte de nuestra familia. 

Este y otros casos los hemos seguido tratando durante el verano. Nuestra casa ha permanecido abierta, como siempre, durante los días de descanso. Hoy quiero dar gracias al voluntariado, siempre comprometido, a Dios, por no abandonarnos nunca; y a todos los colaboradores que facilitan el trabajo y cumplen a la perfección uno de nuestros lemas preferidos: “En ACOMAR no nos vamos de vacaciones, porque el hambre y la pobreza no tienen vacaciones.” 

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